En el año 1920, Freud define a la manía desde la perspectiva de los conceptos elaborados en la segunda tópica (yo-ello-superyó). Para esta problemática psíquica, pondrá el acento en el Superyó.
El Superyó es una instancia psíquica de dos facetas.
Una de ellas, se caracteriza por demarcar la ley y permitir así, la interiorización de normas consensuadas socialmente.
La otra vertiente del Superyó, en cambio, es cruel, en tanto le ordena al sujeto cumplir con mandatos necios e insensatos que, además, por ser absolutos, resultan imposibles de cumplir. No importa lo que el yo consiga en la vida, el superyó no queda jamás queda satisfecho.
Cuando el sujeto se identifica plenamente con los imperativos del superyó, pierde la capacidad de orientar su existencia en relación a su deseo. Y puede -esto es más habitual de lo que se considera-, responder con un accionar maníaco, en pos de cumplir sin pausa los mandatos inagotables del superyó.
¿Cómo reconocemos manifestaciones maníacas?
Se trata de Sujetos que…
. Exhiben en su vida sentimientos de omnipotencia, gran júbilo y triunfo.
. Tienen conductas consumistas (de objetos y/o sustancias)
. Necesitan de la exposición, porque dependen en exceso de la mirada del otro
. Hablan y se mueven de manera acelerada
. Es casi imposible que se detengan: realizan muchas actividades, trabajan incansablemente, no descansan lo suficiente ni tienen buen dormir
¿Por qué resulta difícil interrogar clínicamente al sujeto en estado de manía?
Porque el sujeto se siente mejor que nunca, en estado de euforia, absolutamente liberado.
Sin embargo, llegan a la consulta porque el “exceso”, por algún motivo, los ha sobrepasado -psíquica o físicamente-.
¡Importante!
Intervenciones clínicas posibles en el cuadro de la Manía:
Se tratará, como se pueda, de señalarle al sujeto el horizonte de la falta, la incompletud, frente al “todo es posible”.
A modo de ejemplo:
. Podemos tener una actitud gestual que indique una pausa o expresarle directamente si le es posible hablarnos más despacio
. Le comunicaremos siempre los motivos: “cuesta mucho, por el apresuramiento, seguir tus decires”.
. Nosotros mismos, como clínicos, nos esforzaremos para hablar más pausado, haremos puntuaciones en el discurso, que demuestren en acto, que no todo es igual, ni todo tiene el mismo sentido y/o dirección.
Al intento de producir escansiones, interrupciones temporales, Fernando Ulloa lo denominaba: “Introducir la demora”.
Una recomendación cinematográfica, que expone el cuadro clínico de la manía
La película El hombre irracional (2015) muestra la historia de un profesor que sufre una gran desazón y siente que nada en su vida tiene sentido. De la noche a la mañana, exhibe un pasaje de un estado melancólico a un estado maníaco. Este guión desarrolla dos manifestaciones sufrientes -de puro goce-, la melancolía y la manía. Ambas presentaciones clínicas tienen en su origen el sometimiento del Yo del sujeto a las exigencias categóricas, voraces y fundamentalmente crueles del Superyó.