Medio: Telam – Opinión de: Miriam Mazover
El brote de coronavirus modificó hasta el modo de despedir a los muertos, no hay velorio y sólo se permiten tres deudos en el sepelio.
La cuarentena obligatoria que trastocó la vida de millones de personas al cambiar sus hábitos, rutinas y la forma de relacionarse, está modificando también el modo de transitar y procesar la muerte, ya que desde hace 15 días no se realizan velatorios en el país, a los sepelios pueden asistir un máximo de tres personas y, si el deceso fue por coronavirus, los familiares ni siquiera podrán ver una última vez a su ser querido.
«El velorio no existió porque no se puede hacer», contó a Télam María Eva Gutiérrez, cuya madre de 89 años falleció hace una semana de un paro cardíaco en un geriátrico de la localidad bonaerense de Martínez.
«La cochería fue a buscar el cuerpo y lo dejaron toda la noche en un depósito. A la mañana siguiente sólo tres familiares pudimos pasar a verla, pero sólo unos minutos y de a uno, en un lugar que ni siquiera era una sala velatoria, sino un garaje donde ya estaba preparado el auto para ir al cementerio», agregó.
Para María Eva, la experiencia sumó tristeza a un momento de por sí muy sobrecogedor porque «no hubo un lugar de encuentro» y la imposibilidad de llevar adelante los rituales tradicionales «te hacen ver que estás en una emergencia».
Voceros del Gobierno porteño explicaron que en el caso de la Ciudad al sepelio sólo asisten «dos testigos y un heredero forzoso», quienes deben mantener «una distancia de dos metros», además del personal de la cochería y del cementerio «que están vestidos como astronautas, con guantes, barbijos y unos mamelucos blancos».
«Sabemos que los rituales son parte del duelo, pero en este contexto todo es relativo porque hay que preservar la salud y yo confío en que las medidas que se toman son las necesarias», concluyó Gutiérrez.
Para la licenciada en Psicología Miriam Mazover, «cualquier alteración de los ritos es dolorosa, pero lo realmente inhumano sería privarnos de enterrar a los muertos».
Por su parte, el tanatólgo exequial Ricardo Péculo dijo a Télam que en sus 52 años de profesión no recuerda «que se hayan suspendido alguna vez los velatorios».
La experiencia de que fallezca un ser querido durante el aislamiento social obligatorio puede acarrear problemas extra de logística: en el caso de Gutiérrez, la cochería tuvo que emitir un salvoconducto para que su hermana pudiera salir de Capital y volver a entrar para hacer trámites funerarios presenciales.
En la ciudad de Buenos Aires, se está trabajando para convertir en remotos diferentes trámites vinculados con los sepelios, en virtud de que algunas oficinas permanecen cerradas y algunos deudos están obligados a quedarse en sus casas.
«Va a haber un antes y un después del coronavirus: desde la semana que viene serán online la renovación de arrendamiendo de nicho y también el primer trámite administrativo para la inhumación», dijeron voceros del Gobierno porteño.
Además, se está trabajando en relación a la declaración jurada que autoriza la cremación y que deben presentar los herederos forzosos.
Al mismo tiempo que veda la realización de «eventos que implique la concurrencia de personas», el decreto 297/2020 de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio exime del impedimento de desplazarse a «personas afectadas a la realización de servicios funerarios, entierros y cremaciones».
«En tal marco, no se autorizan actividades que signifiquen reunión de personas», concluye este inciso específico del artículo 6 del decreto.
En tanto, el procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de Covid-19 emitido por la cartera de Salud de Ciudad, establece que los cuerpos de personas que hayan fallecido por este nuevo coronavirus o haya sospechas no confirmadas de estar infectados, «se los considera Categoría II» de riesgo biológico para la población, lo mismo que los fallecidos con hepatitis B o C, influenza, tuberculosis y cólera, entre otras dolencias.
El manejo funerario en estos casos requiere que el cuerpo sea colocado dentro de una bolsa sellada antes de retirarlo de la sala de hospital y se prohíbe «todo contacto con el cuerpo a los familiares», funeral a cajón abierto o embalsamamiento. Además, se desaconseja la autopsia y se recomienda la cremación.
Frente a la pandemia de coronavirus, la Dirección de Cementerios de la Ciudad reforzó su personal y amplió los espacios disponibles para sepulturas de enterratorios y nichos de galería.
«Se sumaron 14 inhumadores y 4 operadores de horno (crematorio); además tenemos 4.500 nichos de galería disponibles más 1.000 de tierra en un triángulo que tenía otro destino y se acondicionó para eso», dijeron los voceros.
Respecto al eventual colapso de los cementerios porteños, como ocurrió en la ciudad italiana de Bérgamo, tanto Péculo como fuentes de la administración local se mostraron confiados en que no se repetirá aquí.
«Somos muy optimistas, no creo que haya esa fila comunitaria porque el gobierno tomó medidas y no vamos a llegar a eso», dijo Péculo.