Si te rendís hoy, de nada sirvió el esfuerzo que hiciste ayer…
Todos los pueblos tienden a la necesidad de encontrar mitos, héroes, líderes, que los representen frente a otros.
Publicado en Clarín – Opinion de: Javier Diaz
¿Si Messi se queda o se va de la selección? ¿Si fracasó o no? ¿Si tiene valor o no lo que hizo hasta este final? Puede ser cierto y eso es una realidad, pero si raspamos un poco el sentido para lograr ver que existen otras preguntas en esa coyuntura nos podrán servir para encontrar otras realidades, enigmas de nuestro de ser-humano, de nuestra cultura y de nuestra argentinidad.
Todos los pueblos, civilizaciones, países o grupos tienden a la necesidad de encontrar mitos, héroes, líderes, jefes, o personas que los representen frente a otros. ¿A qué se debe ésta particularidad en el ser hablante?
El ser humano desde que nace está necesitado de la identificación con un Otro. Primera medida para su constitución, luego un segundo tiempo lógico para sus rasgos e identificaciones sexuales y por último aquellas que logran un equilibrio entre su yo ideal y su ideal del yo intermediadas por la ley del deseo. Es decir, las personas depositan un rasgo o un valor común en alguien que comparte o no con otros como su representante de la extensión del aquel ideal de su propio yo.
Esto a la persona no lo compromete sólo desde su manera de pensar o desde su fantasía; se le juega allí también un lugar profundo entrelazado con afectos y pasiones propias, singulares que lo definen de tal o cual forma y que pueden identificarse con un otro formando así una pareja, una amistad o con otros formando un conjunto para que alguien, una persona, líder, jefe o Institución los represente en ese rasgo común.
Creo que el ejemplo que recortamos de nuestra foto y su enunciado ¨si te rendís hoy de nada sirvió el esfuerzo que hiciste ayer….” puede ser leído de dos maneras y que sirven para pensar mucho más que el caso particular de alguien tan destacado en una disciplina como es sin lugar a dudas Lionel Messi.
Hagamos un ejercicio y pongamos en esa foto un ideal, un deseo propio, una profesión, una pareja, un trabajo, una familia, una lucha con una enfermedad, un país anhelado y pensemos: Si el exitismo y utilitarismo no posee en su estructura misma un lugar de pesimismo frente aquello a alcanzar. Debo llegar a cualquier precio, hasta el hecho de perder la ganancia de reconocer un camino recorrido y logrado.
Perder el derecho más propio de ser libres de renunciar luego de haberlo transitado y por hacerlo caer en el juicio del desvalor absoluto por lo logrado.
Pensar que es más fácil sostener algo mágico, religioso omnipotente que se convierte tarde o temprano en algo descartable sino coincide con lo anhelado en lugar de ser concebido y construido desde el esfuerzo y desde el aprendizaje de incluir la falta, el error y la diferencia en la relación con el proceso de eso a lo que aspiramos y deseamos.
Pensarlo desde nosotros mismos y desde nuestro ser con otros en sociedad puede ser interesante.
Podemos arribar si continuamos con dicho mandato a pensar ¿que un amor, nuestros hijos y una separación posterior invalidan ese camino recorrido? o, por ejemplo, ¿que un hijo decida algo que lo diferencie a los deseos e ideales de los padres, invalida el esfuerzo del hijo y de los padres?
¿Que uno haya hecho una apuesta en el otro invalida al otro como sujeto deseante? ¿No será que en dicha persona se proyecta lo que uno no puede o no pudo?
Es necesario que pensemos y reveamos también como sociedad dónde estamos depositando modelos propios en esas elecciones que luego arrepentidos descartamos culpándolo al otro a quien elegimos como nuestra representación, a veces con razón, pero con el error cada vez más recurrente de no involucrarnos con el resultado obtenido, con la certeza que sólo con la apuesta de darle ese lugar al otro se obtiene de manera mágica sin esfuerzos comunes aquello anhelado.
Tenemos una gran oportunidad como personas y como argentinos de ver ya no desde una butaca cómoda lo que pasa en el partido sino de involucrarnos, de recorrer toda la cancha, de jugar hasta el tiempo suplementario y si fuera necesario jugarnos con el acto definitorio de animarnos a patear nuestros propios penales sin descargar esas responsabilidades sobre los otros. Sólo así será posible cambiar nuestra realidad.
*Javier Díaz es psicoanalista (M.N. 28.690), profesor y supervisor de la Institución Fernando Ulloa.