Muchas veces, cuando un chico no puede prestar la “debida” atención en clase y/o es muy inquieto se lo diagnostica como portador del “Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad”, conocido con la sigla TDAH. En ocasiones, se le da a tomar medicación.
Lamentablemente, se diagnostica en forma masiva, lo que resulta muy peligroso para el niño y sus padres. Poco se cuestionan sus causas y no se lo relaciona con lo que le está ocurriendo al chico en ese momento, a la familia y al entorno en el que vive.
¿Estigmatiza el diagnóstico?
El TDAH suele clasificarse como una entidad estática. Algo que porta el sujeto, cristalizando esta condición y dándola por algo propio e inherente. Este tipo de diagnóstico tiene como consecuencia la estigmatización del menor.
Pero las manifestaciones que definen al TDAH pueden ser señales, que alertan sobre las dificultades que algún chico presenta para desarrollarse de acuerdo a las exigencias de un ambiente que homogeniza y no respeta las diferencias.
¿Por qué se esperaría que preste atención a una pizarra verde y opaca cuando fuera del aula el mundo presenta pantallas luminosas? ¿Con qué criterio esperar que permanezca en una silla cuando fuera de la escuela el mundo se vuelve vertiginoso y con un ritmo que arrasa?
La problemática puede pensarse de otra forma: no como inatención, sino una preocupación atenta a las propias vivencias de su mundo interno, a las circunstancias que está viviendo. No es falta de atención, es una atención enfocada en otros aspectos, que le impiden al niño a permanecer en un banco quieto.
¿Cómo tratar el TDAH?
Muchas veces, los problemas de aprendizaje se pueden relacionar y encausar con la manifestación del malestar propio del niño.
El psicoanálisis propone ayudar al chico y también, a los padres a encontrarse con las verdaderas causas de su malestar. Los terapeutas tendremos que raspar la superficie, es decir el síntoma, para encontrarnos, en un nivel más profundo, con la subjetividad del niño y escuchar cómo está transitando su tiempo, las circunstancias familiares y sociales que le tocan vivir.
Trataremos de abordar y ayudarlo, y no tapar con un diagnóstico, ni una medicación, el síntoma que nos muestra aquello que le sucede y por lo cual en tantas ocasiones sufre.
Además, buscaremos pensar en estrategias que no dejen por fuera del sistema educativo a estos niños que puedan presentar las manifestaciones que describe el TDAH, que dificultan y complejizan su día a día en la escuela. No consideramos las dificultades como entidades psicopatológicas, sino más bien como parte de una problemática propia del desarrollo del niño o del malestar de una época.
Autor: Guillermo Coppola
Licenciado en Psicología UBA. Se encuentra cursando el Posgrado en Psicoanálisis con Práctica Clínica en niños y adolescentes en la Institución Fernando Ulloa, donde también ofrece atención clínica a niños y adolescentes. Cursó el Seminario «Las psicosis y el autismo en la infancia» (hospital Ricardo Gutierrez). Hizo prácticas de supervisiones en el Servicio de Psicología clínica con niños y adolescentes del Hospital italiano. Actualmente se desempeña en el campo de la integración escolar y en el abordaje terapéutico de la discapacidad. Brinda atención psicológica de forma privada a niños y adolescentes. Contacto: guillecopp@hotmail.com