Reseña por Miriam Mazover
El martes 3/7 tuvo lugar la Conferencia titulada “Melancolizaciones en las neurosis – Intervenciones clínicas”, a cargo de la destacada psicoanalista Mariana Davidovich.
Con solvencia teórica-clínica la disertante introdujo la temática de la mano de Sigmund Freud y J. Lacan. Abordó la presentación clínica de las melancolizaciones en las neurosis, manifestando que con mucha frecuencia llegan a la consulta. Son sujetos neuróticos en tanto en ellos ha operado con con eficacia la metáfora paterna, es decir, la prohibición del incesto.
El modo de presentación clínica recién referida, muestra determinadas características, a saber, apatía, falta de ganas de vivir, pérdida del sentido de la vida, acompañado por un profundo rechazo al saber del inconsciente. A diferencia del duelo, las melancolizaciones manifiestan un estado crónico que no termina en una elaboración de la pérdida.
Davidovich señala que en las melancolizaciones nos encontramos particularmente con una mercada rebaja del sentimiento de sí. El yo se presenta como un objeto maltratado por la instancia superyoica. Uno de los nombres que adquiere la dimensión recién nombrada es la de masoquismo moral.
Desde la perspectiva de la estructuración subjetiva, las melancolizaciones nos demuestran que el niño vino al lugar de satisfacer como objeto el Deseo de la madre, faltando la suficiente hiancia que evoque la ausencia de objeto, aunque repetimos, ha operado con eficacia la metáfora paterna y por este motivo las melancolizaciones son tributarias de las neurosis.
De lo antedicho se desprende que en el fantasma el sujeto queda instalado como súbdito del Otro, con poco espacio deseante. Acechado por el superyó que le ordena consignas insensatas, fuera de la ley, al tiempo que le “demuestra” permanentemente su insuficiencia.
El sujeto queda sin poder interrogar, atrapado en el encierro superyoico.
La orientación de la cura psicoanalítica propone vaciar los sentidos coagulados que frenan la subjetivdad deseante, interrogándolos, para rectificar lo mortífero del goce que cae como el yo tomado como objeto.
Pasar de ser el tapón del Otro hacia el deseo, posibilitando al sujeto ir más allá de la demanda de goce a perpetuidad.
Excelente disertación ¡¡Felicitaciones!!