Pese a estar separados, muchos padres arman programas juntos con sus hijos; ¿buena relación o confusión emocional?
Publicado en LA NACION – Opinión de: Javier Díaz
Laura Reina
Mientras Paula Gallego desayunaba y buscaba sin ningún apuro en Internet qué película iría a ver con Mateo, su hijo de 6 años, una pregunta la sacó de su letargo de sábado por la mañana: «¿Podemos invitar a papi?» Martín, el papá de Mateo, hacía meses que ya no vivía con ellos. La pareja se había separado después de algunas crisis que no pudieron superar. Y aunque habían terminado en buenos términos, Paula pensó que de ahí a compartir una salida familiar había un abismo. «Para no desilusionarlo le dije que seguro el papá ya había hecho planes, pero como él insistía con que igual lo llamara para preguntarle si quería venir tuve que decirle que los padres separados ya no salían juntos -reconoce-. Él me dijo que eso no era cierto, que los de un amigo de fútbol iban a comer y al cine juntos aunque vivieran en casas separadas. Y ahí pensé: ¿por qué no?»
Paula le comentó a Martín la charla que tuvo con Mateo. Y enseguida consiguió de su ex marido el aval para organizar una salida de a tres, con la particularidad de que ellos ya no eran pareja, pero con la seguridad de que seguían sintiéndose una familia. «Cuando nos separamos me acuerdo que hicimos mucho hincapié en eso, que éramos una familia a pesar de la separación -sostiene-. Lo que me preocupaba de la salida era que Mateo se ilusionara con pensar que íbamos a volver a estar juntos, algo que no estaba ni cerca de suceder. Lo charlamos, se lo explicamos y lo entendió perfecto», dice Paula, orgullosa de haber cedido al pedido de su hijo y de hacer caso omiso a los comentarios de algunos amigos y familiares que le desaconsejaron hacer esa salida, que resultó ser la primera de unas cuantas que vinieron después.
Separarse en buenos términos es una de las aspiraciones de las parejas que dejan de serlo, más cuando hay hijos en común. Sin embargo, no es fácil alcanzar esa armonía necesaria para compartir ciertos momentos juntos siendo ex. Aun así, algunos creen que vale la pena intentarlo. En el caso de Ana y Julián no hubo una charla previa ni un «que tal si armamos un plan familiar». Ana explica que simplemente sucedió y se fue dando de manera natural. «Todos los sábados Santi juega al fútbol en una escuelita de Palermo y con el papá vamos a verlo. Un día, Santi estaba muy contento porque había metido un golazo que fuimos a festejar juntos -relata-. Nos sentimos supercómodos, todo fluyó y a partir de ahí lo adoptamos como una costumbre. Es un momento que compartimos los tres, donde aprovechamos para ponernos al día y mostrarle a Santi que podemos llevarnos bien a pesar de estar separados.»
Aunque muchos celebran que reine la armonía entre los padres separados, hay especialistas que ponen algunos reparos sobre estos programas familiares estando los padres separados. Norma Vinacur, secretaria del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), sostiene que va a depender del tiempo transcurrido y del modo que fue transitando la pareja su propia separación.
«Cuando son los niños pequeños los impulsores de estas salidas puede ser una manera de negar la realidad y no es aconsejable. Es importante transmitir que los niños no vivan una felicidad ficticia que les resulte aún más confusionante. De todas maneras -aclara Vinacur- cada familia debe resolverlo de modo que no resulte confuso y permita a sus hijos una elaboración adecuada del duelo de la separación de sus padres. Si se da en buenos términos y observan que los acerca desde sus roles de padres no encuentro contradicción.»
Por su parte, la psicoanalista Susana Mauer, especialista en familia y niñez, sostiene que «compartir encuentros no necesariamente confunde ni complica a los hijos, siempre que eso esté administrado con sentido común. Cada situación es singular y requiere de una mirada amplia que contemple el momento, el entorno y el costo que tiene para los chicos y los grandes esa situación».
Otras veces, seguir manteniendo este tipo de salidas es visto como una resistencia a cortar la relación. «No es extraño que las personas se tomen de los chicos para no cortar -dice la médica psiquiatra Graciela Moreschi-. Cuando digo esto no estoy negando la importancia de los hijos, simplemente aclaro que en la mayoría de los casos son utilizados como pretexto. Cierto es que estos padres van a seguir siendo socios parentales toda la vida, pero este tipo de sociedad tiene obligaciones y límites precisos.»
«Generalizar qué está bien o mal en la realización de los actos compartidos similares a cuando eran familia sería incorrecto, porque cada situación es singular -opina el psicoanalista Javier Díaz, docente y supervisor de la Institución Fernando Ulloa-. Sí podemos afirmar que lo que marcará una diferencia importante es de dónde los padres y lo hijos se ubican para realizar dichos actos. Compartir un cumpleaños, reuniones escolares o deportivas diferirá si los padres lo realizan ya en condición de padres separados, es decir, si han logrado realizar el duelo ubicados como padres de sus hijos y ya no ubicados dentro de la construcción de estar constituyendo una familia.»
Como ejemplo, Díaz contó que un niño realizó un viaje a Disney que los padres habían proyectado y pagado antes de la separación, y decidieron hacerlo igual juntos, pero durmiendo en habitaciones separadas. «La incomodidad fue tal que el hijo volvió diciendo que la había pasado más o menos porque el padre tenía «mala onda». En este caso no hubo elaboración del duelo de la separación y cuando eso no sucede se genera mayor padecimiento no sólo en los hijos, sino en los padres que no pueden reubicarse desde una nueva posición.»
¿Somos familia?
Una de las cuestiones que los padres separados se encargan de destacar es que a pesar de no vivir bajo un mismo techo siguen siendo una familia. Pero, ¿es realmente así? «Lo que los hijos pierden frente a una separación es la pareja de los padres unidos. La familia, aun sin funcionar en un contexto unificado, no queda destituida como tal», opina Mauer, que sostiene que dejar atrás una historia de convivencia familiar requiere de los adultos mucha tolerancia y respeto para que las transformaciones no afecten a los hijos más de lo necesario. «Es frente a la dificultad que uno pone a prueba recursos que ni imaginaba», reflexiona Mauer. Lo mismo que pensó Paula después de compartir esa primera salida de familia con su ex.