Las compulsiones son acciones que un sujeto ejecuta en su vida, causadas por un impulso irrefrenable, incontenible, que proviene del interior de su subjetividad. Se vuelven insistentes y repetitivas.
Desde lavarse las manos continuamente, controlar situaciones en forma constante, ordenar sin parar, vomitar después de comer, no poder parar de comer, etc.
Son actuaciones que el sujeto se siente obligado a hacer, para evitar un peligro que supone, puede sucederle a él mismo y/o a su entorno cercano.
Producen un gran malestar en el sujeto, le hacen perder mucho tiempo y van produciendo, más temprano que tarde, un desgaste y un deterioro en su vida afectiva, social y laboral.
El sujeto tiende a ocultar estas acciones irracionales, aislarse progresivamente de su medio y comienza, en muchas oportunidades, a tener fobias asociadas. Evita toda/s circunstancias en donde asocia un daño, que su obsesión protege.
Un ejemplo sería, en casos extremos, dejar de comprar alimentos por miedo a que estén contaminados, hasta dejar de comer por miedo a engordar.
Como psicoterapeutas, nos encontramos con un sujeto que sufre una problemática psíquica, por la cual no puede (no es que no quiere) reprimir los impulsos, sea cuales fueren que este sujeto padezca.
La represión es un mecanismo intrapsíquico necesario en la subjetividad, que calma y ordena la vida de un sujeto.
La represión como mecanismo psíquico, refiere a una ley interna, que está incorporada, que como tal, organiza los impulsos para que ellos no nos invadan. Este mecanismo psíquico se termina de adquirir a la salida de la adolescencia.
Hay circunstancias personales, entre la niñez y la adolescencia, por las cuales se puede inferir –esto es lo que la investigación clínica demuestra- que esta represión benéfica y normativa, fue deficiente para el sujeto que sufre las compulsiones.
También, así se comprueba, puede ocurrir que un hecho del presente, haga trastabillar, tambalear, vacilar, a este mecanismo psíquico que nos protege de la invasión de los impulsos, en forma descontrolada.
Es muy importante que lo más tempranamente posible, el sujeto que sufre de compulsiones, realice una consulta psicológica.
Los psicoterapeutas contamos con las herramientas como para poder hacer hablar a aquello que se presenta mudo e irrefrenable. Y llevar al plano del procesamiento psíquico aquello que al sujeto se le presenta como “pura acción”.
De la acción a la palabra, del impulso ciego e irrefrenable a la representación, del mandato insensato al deseo.
Este camino terapéutico se realiza con todo el apoyo y el acompañamiento del profesional, convencidos de que el sujeto puede pasar de la esclavitud de sus compulsiones, a la libertad de actuar y decidir sobre su deseo.