Bajo el lema «que se corte el virus pero no la palabra», esta organización sin fines de lucro ni subsidio estatal sigue realizando consultas psicológicas por teléfono, Skype o Whastapp, capacitaciones profesionales continuas y entrevistas de admisión.
La Institución Fernando Ulloa, que brinda tratamiento psicológico abierto a la comunidad con el pago de un bono voluntario, se transformó en un gran consultorio virtual: los 1.500 pacientes que concurrían a sesiones semanales presenciales las siguen teniendo, pero ahora vía remota, por teléfono, Skype o Whastapp.
Bajo el lema «que se corte el virus pero no la palabra», esta organización sin fines de lucro ni subsidio estatal también sigue realizando por estos canales capacitaciones profesionales continuas y las entrevistas de admisión, que «se han incrementado» estos días, explicó a Télam su directora, Miriam Mazover.
«No cambió nada, al contrario, potenciamos todo nuestro servicio para estar al lado de la población hoy más que nunca», dijo.
Esta licenciada en psicología con más de 35 años de experiencia en atención comunitaria, contó que «desde las primeras medidas de aislamiento, antes de la cuarentena obligatoria, dimos vuelta toda la institución para seguir brindando el mismo servicio de atención psicológica» para niños, adolescentes, adultos, parejas y familias, «pero de manera remota».
«También seguimos recibiendo pacientes nuevos: tanto la entrevista de admisión, la capacitación de profesionales y los tratamientos en curso siguen en forma online a través de Whatsapp, Skype o llamados telefónicos… cada profesional elige la manera y lo coordina con el paciente», agregó.
Y como se trata de una entidad de la sociedad civil que se sostiene con el pago de un bono voluntario, los usuarios del servicio ahora lo pagan «vía transferencia o depósito bancario porque la idea es que no tenga que concurrir para nada» a los consultorios de la Avenida Pueyrredón 510.
No obstante, si alguien no puede pagar nada «igual es atendido porque la idea es que nadie que se sin tratamiento».
«Es algo inédito para la institución: nuestros 35 consultorios siguen funcionando de 8 a 20 de lunes a viernes y los sábados de 8 a 13 con 300 admisiones por semana, pero ahora todo es virtual», dijo.
«Los 300 profesionales que atienden en el Ulloa, estamos todos de pie y mientras muchos servicios están cerrados, nosotros incrementamos los pedidos de admisiones», agregó.
Es que las redes sociales se han inundado de reclamos por la falta de atención en algunas obras sociales y prepagas, a pesar de que el pasado jueves la Dirección Nacional de Adicciones y Salud Mental emitió una recomendación para las prestadoras «promuevan todos aquellos mecanismos que posibiliten la no interrupción de los tratamientos ambulatorios por motivos de salud mental».
«Hoy más que nunca valoramos la salud física y tenemos miedo de perderla, pero igual de importante es cuidar la salud mental porque además de mantener fuerte el sistema inmunológico va a ayudar a fortalecer los lazos con los otros y a ejercer la solidaridad que tanto se pide», dijo Mazover.
La especialista explicó que desarrollar un cuadro de «catástrofe psíquica» es «el riesgo más serio» que representa el aislamiento social obligatorio para la salud mental para «personas que no tenían ningún tipo de precedente» de los que se conoce comúnmente como «ataque de pánico».
Un tratamiento indispensable
«Una catástrofe psíquica es cuando la angustia pasa de ser una señal de alarma, a un desborde que arrastra toda la subjetividad: no es tener mucho miedo, sino cuando la subjetividad se desvanece y quedás afuera del mundo», dijo.
Las condiciones de posibilidad descansan en «una combinación entre lo individual», en términos de cómo veníamos antes, y «la reacción inédita que podamos tener ahora», y «el exterior que nos atraviesa con gran cantidad de imágenes y noticias».
Por un lado, no es lo mismo «si nos agarró con antecedentes de ataques de pánico, con depresión, con inhibidores fuertes, con hipocondría…», pero, por otro, «hay personas que son muy firmes y controladas e inéditamente se descontrolan ante algo impredecible» que lo cambia todo.
«Frente a esta situación novedosa, impensada, incierta, ficcional y disruptiva… los seres humanos regresamos a nuestro primer estado, que es el de indefensión, desvalimiento y desamparo de un bebé que no se vale por sí mismo», dijo.
«A ese estado originario, por el cual todos pasamos y tenemos huella aunque no nos acordemos, es al que retornamos en una situación como ésta», agregó.
«Y como en aquel momento, lo único que nos puede salvar es el amor del otro; ¿y cómo se expresa? Simplemente ‘estando ahí’, con palabras y afecto, que es lo contrario al hospitalismo, cuya expresión es la indiferencia», agregó.
En ese sentido, Mazover enfatizó que aunque «todavía falta la vacuna contra el coronavirus», contamos con «la vacuna para impedir la catástrofe psíquica».
«Tenemos que estar ahí más que nunca, no importa si por teléfono, internet o con un aplauso, porque todos estamos en riesgo», consideró.