El psicoanalista se ocupa de la palabra y trabaja con un lienzo que es el discurso de un consultante o paciente, pero ¿qué ocurre con los pacientes que presentan serios obstáculos para la entrada en análisis debido a sus dificultades para articular una demanda?
Estos pacientes son presos de fuertes obstáculos que les impiden poner en palabras sus padecimientos y expresar sus sentimientos. Esta dificultad para poder manifestarle a otros lo que les pasa, hace que resulte muy difícil que puedan iniciar terapia psicológica y trabajar aquello que les pase.
Nos vamos a referir en particular a aquellos consultantes que se encuentran en una posición subjetiva de absoluta dependencia de la satisfacción inmediata de sus impulsiones y “deseos”. Esta situación los lleva a un lugar de avasallante angustia y de callejón sin salida.
¿Cuál es el lugar de la cultura actual?
La cultura actual que estamos viviendo es la de “todo es posible”, dónde el imperativo moderno ordena al sujeto disfrutar bajo cualquier circunstancia consumiendo los múltiples productos que le son ofrecidos.
En este marco cultural, existe una fuerte desorientación respecto al deseo propio. Es muy difícil que el individuo pueda tomar distancia de las demandas culturales, con sus imperativas de consumismo. En esta situación, el sujeto lamentablemente pierde mucho de su capacidad crítica, dificultando que sepa cuáles son en realidad sus deseos.
Estos pacientes desarrollan estas patologías en un marco cultural que promueve y facilita las satisfacciones inmediatas a través del consumo. Las ilusiones de satisfacción inmediata son tomadas por estos pacientes. Adquieren una creencia absoluta de que todo es posible. Se demandan soluciones rápidas, “quiero solucionarlo ya mismo, aquí y ahora”, no hay capacidad de espera, el sujeto siempre está apurado y todo lo quiere satisfecho para “ayer”.
¿Cuáles son las particularidades que presenta este nuevo escenario de malestar en la cultura en los pacientes?
Estos pacientes suponen una posición subjetiva de enorme omnipotencia, con la ilusión de que todo se puede y nada malo podría pasar. La compulsión a drogarse, a transgredir la ley, a incurrir en actos de violencia, son algunos ejemplos de sus modos de presentación.
Estas actuaciones emergen allí donde no se puede apelar a la palabra frente a sensaciones de miedo, pánico, angustia, soledad, depresión, estrés y desesperación. No pueden dejar de actuar lo que no pueden expresar con palabras y la única salida que encuentran es hacerlo sin que medie el pensamiento ni la palabra. Habitualmente nos dicen: “no puedo dejar de hacerlo, es más fuerte que yo”; “la droga me puede”, “necesitaba cortarme”, “necesitaba darme un atracón para después vomitar”, entre otros ejemplos.
El desafío que nos impone la clínica actual, resaltando y delimitando este tipo de problemáticas recién explicadas, es buscar nuevas operatorias para los tratamientos psicológicos, que nos ayuden a recuperar al sujeto desencontrado de la palabra y del deseo, ya que sin palabra no hay terapia ni posibilidad de alivio a la angustia.
Autora: Elisa Echaide
Licenciada en Psicología en la UBA. Realizó prácticas en distintas instituciones psicoanalíticas, tales como Institución Fernando Ulloa, Causa Clínica y Centro Dos. Finalizó su Posgrado en Patologías del Narcisismo en la Institución Fernando Ulloa, donde actualmente continúa su formación en adultos. Actualmente se desempeña en consultorio privado y en la Institución Fernando Ulloa, brindando atención a pacientes adultos. Contacto: elischaide@hotmail.com