Publicado en: La Nación – Opinión de: Valentina Nikotian
Promediado ya el mes de enero, muchos han emprendido el regreso de las vacaciones, mientras que otros estarán contando los días que les quedan antes de la vuelta a la rutina. Pero incluso para quienes todavía ni siquiera han armado las valijas, vale la pena tener presente un puñado de preguntas que pueden servirnos de guía para evaluar si las vacaciones realmente han cumplido con su cometido. Pero, antes: ¿cuál es su función?
«Si bien el concepto habitual de vacaciones se asocia al descanso o al tiempo de ocio que se necesita para relajarse y tomar distancia de la rutina cotidiana, un modo de pensarlo diferente sería tomarlo como un recreo, aquel que esperábamos en la niñez, como modo de salir a jugar un rato para luego volver a las responsabilidades. De alguna forma, descansar de nosotros para luego retomar renovados nuestras respectivas obligaciones; allí, las vacaciones habrán sido reparadoras del desgaste habitual de la diaria de cada uno», responde Valentina Nikotian, psicoanalista y docente en la Institución Fernando Ulloa.
«Las vacaciones suponen un break, un momento de corte -coincide Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)-. Primero, la posibilidad de descansar; segundo, generar nuevos tipos de conexiones, en términos del propio equilibrio, de tener momentos no estructurados, de generar otro tipo de rutinas, otra conexión con lo sensorial: otros olores, otros sabores, otras vistas. Pero todo eso no implica necesariamente pasividad: uno puede volver cansado por hacer actividades pero contento, y con la energía recargada».
Entonces; ¿qué deberíamos preguntarnos para saber si el descanso ha sido efectivo?
En promedio, ¿tuvo más horas de sueño en los días de vacaciones que en los días laborales?
«Debido a que las personas descansan mal a lo largo del año laboral, es de suma importancia el buen sueño en las vacaciones para poner la mente y el cuerpo de nuevo en un estado de equilibrio y salud», advierte Cynthia Zaiatz, jefa del servicio de Psicología del Sanatorio Modelo de Caseros. «En general, despegar de la rutina, de las alarmas, de lo cotidiano, produce un relax donde el sueño, como mecanismo de desintoxicación, se presenta alivianando la mente -agrega Nikotian-. Es por ello que muchas veces en vacaciones hasta se logra dormir la siesta, actividad que quizá no es habitual en los días laborales. En definitiva, si se pudo dormir más demuestra que los días de ocio están cumpliendo su función».
¿Realizó actividades de ocio que no suele hacer el resto del año?
Si hubo ganas de realizar actividades fuera de lo común también es una buena señal, sostiene Nikotian: «Ya que se podría pensar que hubo un resto generado por el descanso que permitió que surgiera el deseo de emprenderlas. Sin embargo, en otras ocasiones disfrutar de la nada, simplemente mirar el mar o un paisaje también son signos que podrían hablarnos de que ese ocio está siendo interesante y no resulta angustiante». Rubinstein advierte que existen personas que sufren ese momento de desestructuración que ofrecen las vacaciones, y que por el contrario encuentran alivio al volver a la rutina: la casa, el trabajo, las responsabilidades. Para estas personas los momentos de ocio de las vacaciones pueden resultar, por el contrario, sumamente angustiantes.
¿Pudo despegarse de la necesidad de chequear el correo electrónico o el WhatsApp en forma constante?
«Es importante saber que de poco sirve tomarse 15 días en la playa si se va a estar todos los días realizando las mismas actividades que en la rutina diaria», afirma Zaiatz. «Para lograr un descanso efectivo es primordial dormir, disfrutar momentos de ocio y disfrutar momentos en familia, pero también desconectarse del celular, es decir, del WhatsApp, de los mails y priorizar momentos de calma, paz y armonía, sabiendo que luego de esos 15 días se volverá a la rutina». Claro que la tecnología es ubicua, y en todo caso muchas veces de lo que se trata es de darle un uso distinto al que uno le da en el año laboral: «Relativizo un poco el tema del celular y del WhatsApp -dice Rubinstein-. El problema es la dependencia, ahora si uno está pendiente del celular porque está armando una salida, un asado o un partido de tenis, ahí el rol es el de la socialización y la convocatoria».
¿Se encontró en situaciones de diálogo o de interacción diferente con su pareja o familia?
Nikotian explica: «Permitirse salir a jugar y recrearse en un entorno diferente y sin rutinas debería generar nuevas experiencias de relacionarse y disfrutarlo. Lo interesante, también es poder ser generador/a de que estas nuevas situaciones nos den permiso para reencontrarnos con nuestros afectos, con los que compartimos el resto del año, para así redescubrir al que tengo al lado».
¿Sus hábitos de comida fueron más o menos organizados que durante el año laboral?
Para quienes han estado todo el año corriendo a un ritmo que deja afuera todo lo que sean responsabilidades, las vacaciones son el momento de pisar el freno y detenerse a poner en orden aspectos elementales que muchas veces se pierden de vista: horarios de sueño, de actividad física y, muy importante, de alimentación. Quienes salteaban comidas para cumplir con obligaciones pueden recuperar algo tan básico como las cuatro comidas diarias. Para otros, por el contrario, las vacaciones pueden ser el espacio para desestructurarse un poco: «La comida es un modo más de disfrute, y permitirse desorganizarse es una apertura, una salida de lo cotidiano. Así que lo esperable es que no sean tan reglados. Quizás un almuerzo se dé a las 16 y no a las 12.30».
¿Durante las vacaciones le surgieron ideas o proyectos para implementar a la vuelta?
«El animarse a lanzarse a nuevos proyectos de trabajo o a retomar ideas previas que habían quedado sin concreción puede tener que ver con tener la posibilidad de replantear distintos aspectos de la vida -sostiene Rubinstein-. Esto es posible si uno se da el tiempo para ello, y las vacaciones pueden aportar el escenario y el momento para hacerlo». Siempre que uno se lo permita, claro.
¿El viaje de vuelta le resultó cuesta arriba?
«Es habitual que cuando las vacaciones empiezan a llegar a su fin, sobre todo en la vuelta a casa, se tenga tendencia a un mayor decaimiento y tristeza por el hecho de tener que retomar las tareas laborales habituales, es decir, encontrarnos en la vuelta a la realidad’ -explica Zaiatz-. Así como al cuerpo y la mente les costó habituarse a los días de ocio y nos volvimos más lentos, ahora hay que habituarse a la rutina diaria de trabajo, por lo cual, volverá a ser difícil y lento el proceso de acomodación de la mente a la rutina diaria». Ahora, algo ha faltado si la ?vuelta a la realidad’ asume un tono ocre y agobiante: «Si en las vacaciones no hubo algo distinto al resto del año, lo que pesa es la rutina que no se interrumpió», agrega Rubinstein.
Al volver al trabajo, ¿se acordaba de la contraseña de su computadora?
«No recordarla es un buen síntoma de que el barrido o limpieza psíquica en el recreo, en este salir a jugar, se llevó la contraseña y se perdió como un caracol en el mar», afirma Nikotian.
En sus primeras tareas laborales, ¿se siente más productivo?
«La reconexión con el trabajo lleva un tiempo -advierte Rubinstein-. El día 1 uno no está con todas las pilas, tirando proyectos. Demanda entre 3 días y una semana que la gente se reconecte con la rutina. Es algo esperable».
¿Volvió a sus actividades cotidianas con más energía que la que tenía antes de irse de vacaciones?
«Si te recreaste, si saliste a jugar, si aprovechaste tu ocio, si reinventaste el modo de vacacionar, esas energías cansadas del año tienen carga positiva nuevamente para retomar actividades», sostiene Nikotian. Nuevas ideas, nuevos proyectos o, igualmente positivo, ganas renovadas de formular ideas y proyectos: este debería ser el saldo de unas buenas vacaciones. Las ganas de retomar la rutina para convertirla en algo lo más parecido posible a nuestros deseos.