Pacientes actuadores
El sujeto en peligro
La clínica psicoanalítica, basada en los descubrimientos de su creador Sigmund Freud, demostró la eficacia de la cura por la palabra.
¿Por qué la palabra es eficaz como herramienta psicoterapéutica? Porque los seres humanos estamos hechos de palabras.
Venimos a este mundo con un montaje orgánico inacabado y, por este motivo, no nos podemos valer por nosotros mismos durante muchos años. Necesitamos de un Otro que nos asista, cuide, ame y ampare.
Mientras ese cuidado, que es parental, se lleva a cabo, ese Otro –la madre o quien ocupe su función– nos habla, nos pide cosas (demanda), nos felicita, a veces nos reprende, nos orienta. Este es, en un abreviado resumen, el largo y complejo proceso de la crianza.
Esta crianza llevada a cabo por Otros parentales, decíamos, es a base de palabras, en el mejor de los casos, amorosas, aunque en ocasiones nos corrijan algunas cosas que son necesarias, porque de hacerlas nos provocarían un daño.
Este es el motivo fundamental, entonces, por el que afirmamos que nuestro aparato psíquico se configura con palabras.
Ahora bien, ¿sólo de palabras?
La respuesta es certera: de ninguna manera, porque hay una serie (más, o menos importante, a nivel de la cantidad) de impulsos internos que no derivan en representaciones-palabras, que quedan en su estado puro. Las palabras no pudieron lograr con ellos una transformación; por eso no hallan en las palabras su representación.
Estos impulsos, repetimos, que quedaron sin ser intervenidos por la palabra, se transforman en acciones que para el sujeto, y en general para los que lo rodean, no son benéficas ni provechosas. Por el contrario, le traen problemas, lo hacen sufrir, aunque en muchas ocasiones la persona no se dé cuenta de que ese es el origen del sufrimiento o mal-estar por el que está atravesando.
¿Con qué nos encontramos en la vida y en la clínica cotidiana, de manera frecuente? Cada vez más, en tiempos actuales, nos encontramos con que existen muchas personas poco sujetas a la palabra y más propensas a la acción desligada del lenguaje. En la vida corriente se expresa de los siguientes modos: “son personas que actúan sin pensar”, “son muy impulsivos”, “no se les puede hablar”, “no entran en razones”. Si estas son las expresiones, es porque en verdad estos sujetos suelen ser muy impulsivos, en algunos casos violentos, tienen poca consideración de lo que el otro/a les pueda decir y/o aconsejar, como se suele decir se “mandan” solos, arremeten y en ocasiones con ímpetu y furia.
Sujetos que sufren (aunque no se percaten que es por los motivos recién mencionados) y hacen sufrir a quienes los rodean.
Un psicoanalista sabe, porque la investigación clínica lo demuestra, que en general estos sujetos, en tiempos tempranos de su vida, tuvieron un alojamiento, una protección precaria (a nivel afectivo) de los Otros parentales, sea por los motivos que sea, siempre únicos, atendibles y particulares.
Fundamentalmente éste es el motivo principal, que se combinará con otros, por los cuales estas personas tienen una inclinación y una predisposición más de lo esperable a actuar fuera del marco de la palabra. Buscan, sin ser conscientes de ello, dirigirle un mensaje a alguien (los padres, un semejante, el analista), que primordialmente apunta a que ese Otro le dé un lugar. El sujeto se hace “registrar”, diríamos, en forma más feroz que si lo hiciera, obviamente, a través de la palabra.
Es notable comprobar cómo estos sujetos se calman, incluso paran su acción compulsiva, cuando reciben del Otro la señal de que son reconocidos, que se los ha notado, que no pasaron desapercibidos.
La investigación clínica psicoanalítica define los estados descriptos (acciones desligadas de la palabra, del campo simbólico) como acting out, y en otros casos –cuando la acción es tan desenfrenada, que el sujeto rompe la escena del mundo que habita– como pasajes al acto.
Ambos se trabajan en un tratamiento psicoanalítico para re-orientar al sujeto al marco de la palabra, de lo simbólico, en muchas oportunidades creando el terapeuta la propia maqueta de dicho marco.
Si esto es lo que se hace, es porque el sujeto en el momento de la acción sin pensamiento, tiene borrado el estatuto simbólico. Generalmente se trata de una suspensión momentánea, para el sujeto, del registro simbólico.
Nadie termina de buen modo si su acción no se liga a la palabra, nada será ni provechoso ni productivo por fuera del enlace al mundo simbólico, y fundamentalmente diremos que el mal-estar subjetivo se hará siempre presente para el sujeto y para los que lo rodean.
Se volverá necesario entonces un tratamiento –que nadie asegura sea fácil– que vínculo terapéutico mediante propicie, de alguna manera, que el sujeto sea tocado, se vea “afectado”, y en definitiva se acerque y se amigue al entorno pacificador de la palabra.
Miriam Mazover
Fundadora y Directora Académica
Autora: Miriam Mazover
Psicoanalista. Fundadora y Directora Académica de la Institución Fernando Ulloa. Más de 34 años de reconocida trayectoria en el psicoanálisis comunitario. Es autora de numerosos artículos sobre psicoanálisis publicados en revistas especializadas y medios de comunicación. Junto a la Editorial Letra Viva promovió como Directora de Colección la escritura y la confección de múltiples libros. Fue postulada por el Ministerio de Salud de la Nación, en el año 2006, al Premio Nacional “Mujeres Destacadas de la Salud”.