Surge de datos del Registro Civil porteño. La mayoría de los casos se da cuando los hijos son pequeños. Pero hay historias que esperaron muchísimo tiempo, como la de Maradona y Diego Jr. Qué dice la ley.
Publicado en Clarín – Opinión de: Mirta Petrollini
Mariana Iglesias
Pero cómo, ¿en los mensajes me decís hola viejo y ahora no me vas a decir papá? Sos mi hijo. Imposible saber si Diego usó estas palabras ante Diego Junior. Todos las repiten para describir la intimidad del encuentro de esta semana en Nordelta del 10 con su quinto hijo, aunque el primero en nacer y el que lo convirtió en padre. Diego Junior cumplirá 30 años en unos pocos días. Lo cierto es que hubo una foto de los dos dándose un abrazo, y después, claro, la catarata de entredichos y programas dando vueltas, una vez más, sobre Diego Armando Maradona.
Muy lejos de la gloria y la banalización del tema en el que cualquiera opina, un hijo no reconocido siempre encierra un drama y una historia de tristezas. “Saber que no ha habido deseo de hijo es una marca que afecta y provoca dolor, siempre”, dice Mirta Petrollini, psicoanalista de la Institución Fernando Ulloa.
Hay montones de hijos no reconocidos por motivos muy diversos. Algunos se asemejan a la historia de Diego Jr, que son negados desde el embarazo, con madres que buscan ese reconocimiento, lucha que luego continúan los propios hijos. Pero también están las madres que ocultaron información a sus hijos y son ellos mismos quienes deben rastrear a su padre para reconstruir su identidad. Y están los padres que se enteran y niegan todo hasta que la Justicia los obliga a hacerse un análisis de ADN, están los que aceptan dar su apellido e incluso hasta dinero pero se guardan el afecto, enfrentando la situación con una indiferencia demoledora, y también pasa que hay hombres que asumen su paternidad tardía con cariño y compromiso.
En “Carlitos Way. Vida de Carlos Nair Menem”, la periodista Victoria De Masi relata la tormentosa relación del ex presidente con su hijo que terminó reconociendo públicamente después de que el chico participara del programa Gran Hermano. En el libro también están las historias de muchos otros padres-presidentes con hijos no reconocidos o sí, pero en el mayor de los secretos: Fidel Castro, Francois Mitterrand, Alejandro Toledo Alan García, el príncipe Alberto II de Mónaco, Fernando Lugo, Hugo Chávez, Evo Morales. Esos son los famosos, un puñado nomás entre los hombres comunes, que son los que llenan las estadísticas. Sólo en el Registro Civil porteño hubo 2.740 reconocimientos de hijos en el último año. Las cifras también mezclan, porque engloban infinidad de historias que en nada se parecen unas a otras. “Es imposible generalizar, pero son pocos los casos judiciales, y la mayoría de los reconocimientos se da cuando los chicos todavía son pequeños, en los primeros años de vida del niño. Por algún motivo la mamá lo anotó sola, con su apellido, y después aparece el padre”, explica a Clarín el director del Registro, Mariano Cordeiro. También cuenta que a veces van hombres que de buena fe anotan a hijos de sus parejas como propios (sin serlo), pero después quieren desentenderse de ellos si se separan de la mujer: “Al asumir la paternidad se genera una serie de obligaciones que luego no se pueden terminar así nomás. La paternidad no es algo coyuntural, y lo que fue un acto administrativo pasa a ser judicial, e interviene un defensor de menores”. Cristian Brizuela es abogado de Hijos No Reconocidos–Asociacion Centro Argentino. Allí reciben sobre todo a mujeres que han criado solas a sus hijos por años y ya no dan más. “Vienen para ver si pueden lograr que el hombre reconozca a ese hijo y comience a pagar alimentos. A veces el hijo tiene 5 años, pero también 10. En general los hombres saben que han sido padres pero el desinterés es total”, explica el abogado a Clarín. El abogado explica que los juicios suelen ser largos, que en el mientras tanto el juez fija una cuota de alimentos provisoria. Que el hombre puede reconocerlo de inmediato o en la mediación, y que si no lo hace se pide el análisis de ADN. No reconocer un hijo es un delito. También se presentan hijos que ya son mayores. Sus madres no quisieron saber nada de esos hombres que les dieron vuelta la cara, pero los hijos sí. “A veces vienen porque ellos y sus madres la pasan mal y saben que esos hombres tienen dinero. Entonces sienten que es justo que algo de todo eso les pertenezca. Vienen y dicen ‘me enteré que tiene cuatro casas y yo nada…’. Yo les contesto que todo está a nombre de otros, que suele ocurrir, para que no se desilusionen porque no van a sacarle nada a ese hombre”. Ni apellido, ni afecto, ni siquiera plata. “Creo que siempre –dice Brizuela– aunque digan que se trata de dinero, en el fondo buscar el reconocimiento es una cuestión de identidad”.