Resulta cada vez más común escuchar hablar de autismo en los niños. Pero muchas veces, sucede que la sociedad desconoce a qué se está refiriendo cuando hablamos de niños diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA). Además, resulta ser un término que se ha “viralizado” y que sirve para “nombrar” o “rotular” a muchos jóvenes indiscriminadamente, aumentando cada día mas la cantidad de “diagnósticos” realizados por profesionales de diversas disciplinas.
¿Qué es el autismo o trastorno del espectro autista?
Mayormente conocido como autismo, es un trastorno del desarrollo humano. Las causas por las que un niño tiene autismo son desconocidas con exactitud. Existen infinidad de estudios que apuntan a problemas sobre el desarrollo cognitivo y nervioso del niño, complicaciones durante el embarazo o por disfunciones vinculares durante los primeros años.
Signos en el autismo
Muestran un conjunto de signos que puede incluir: conflictos en las relaciones sociales con las personas de su entorno, dificultad para comunicarse, repetición de la misma frase o palabra (ecolalia), desinterés por los juguetes o juegos, dificultad en el establecimiento del contacto visual, evitación del contacto físico, presentación de rabietas o berrinches, entre otros. Además se caracterizan por ser niños muy rígidos y estructurados, necesitando de establecer rutinas que siempre se mantengan igual, ya que cualquier cambio o imprevisto los puede alterar y angustiar.
Aquello que no pueden decir
Muchas veces tememos o malinterpretamos lo que no comprendemos. Algo similar ocurre con los niños con trastorno del espectro autista. Generalmente, muchas de las rabietas que presentan, se dan como respuesta a aquello que no pueden decir, por falta de palabras o recursos simbólicos compartidos. Ante aquella falla en la comunicación con los otros, los niños despliegan berrinches, gritos, se enojan, para de esta forma expresar su malestar. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, expresaba: “lo que no se dice, se actúa”, en estos niños esto se cumple de manera literal. Por falta de palabras, despliegan su enojo y malestar a través de aquellas escenas que tanto contrastan ante la mirada de la sociedad.
Su subjetividad
Es importante destacar que no todos los niños con trastorno del espectro autista son iguales. Cada cual posee su singularidad y subjetividad, diferenciándose los unos de los otros por sus preferencias, intereses y formas de ver y recortar la realidad. Estos niños procesan y entienden la realidad cotidiana de una forma diferente a la nuestra. Poseen una buena memoria visual, lo que les permite, entre algunas cosas, pesquisar detalles que muchas veces quedan inadvertidos ante el resto. Muchas veces lo a que nosotros nos resulta interesante y estimulante, para ellos no lo es (y viceversa). Pueden pasar horas jugando con un papelito o rotando y mirando un mismo objeto, o disfrutan de escuchar una y otra vez la misma parte del mismo tema. ¿Qué sucede en aquellas repeticiones? ¿Se podría pensar que esa repetición nunca es igual? ¿Hay acaso algo nuevo por descubrir?
Conclusión
A modo de conclusión, es importante destacar que el diagnostico nos auxilia pero también nos limita. Nombrar a jóvenes o niños como poseedores de un diagnostico de trastorno del espectro autista, no debe ser estigmatizante ni resultar una etiqueta para rotular.
Muchas veces estos niños se sienten arrasados por una angustia masiva, que no pueden poner en palabras. Por esto, desde el lugar que ocupo como psicoanalista, entiendo que es necesario introducir en la situación clínica –vía nuestra presencia y el trabajo con los padres- el mundo del lenguaje. Correrlos de ese mundo automático y estructurado, prestarles palabras, para así tener un punto de partida que nos oriente en el mejor camino a seguir para brindarles ayuda.
Deberíamos pensar el trastorno del espectro autista como una de tantas singulares presentaciones clínicas. Un modo que tiene el sujeto en su forma de relacionarse y entender el mundo. Tenemos que trabajar clínicamente para que ellos y sus familias puedan alcanzar una mejor calidad de vida, con una mirada más inclusiva y siempre recordando que el posicionamiento subjetivo de estos niños es diferente al nuestro. Necesitan profesionales de la salud dispuestos a donar recursos simbólicos y vinculares que resulten eficaces para el tratamiento, que siempre será singular y por lo tanto único.
Referencias bibliográficas:
“Psicoanálisis con niños y bebes. Del Otro en los autismos”, Ilda Levin.{jcomments off}
“Tiempos difíciles para los niños pequeños”, Elsa Coriat.
Autora: María Sol Ciriello
Psicóloga, Profesora de Psicología y Psicoanalista de la UBA. Se desempeña en el ámbito de la educación especial. Además, se dedica a la docencia y a la atención de niños y adolescentes. Contacto: ciriellomariasol@gmail.com