Raramente el adulto mayor expresa el pedido de terapia psicológica. En general, acude un familiar o profesional de la salud, porque advierte en la persona la necesidad de un espacio donde pueda expresar libremente sus sentimientos, emociones, miedos y angustias.
Motivos de consulta
Entre los motivos de consulta psicológica más frecuentes se encuentran el cansancio psíquico y emocional crónico, muchas veces generados por duelos no resueltos.
El duelo es el proceso en el cual se elabora una pérdida. Ésta produce un dolor psíquico que, de no ser tramitado adecuadamente, afecta al cuerpo. Todo sujeto, a lo largo de su vida, debe enfrentar innumerables cambios. Particularmente en la tercera edad se ven incrementados, requiriendo un mayor esfuerzo psíquico.
Ante toda pérdida, tenemos la necesidad de recomponer el universo simbólico de nuestra estructura subjetiva con los recursos disponibles. Cuando no puede ser procesada, el sujeto caerá en un estado de melancolización que lo llevará a experimentar apatía, desinterés, descuido en el aspecto personal, insomnio, etc. Esto, a su vez, podría acelerar los procesos patológicos orgánicos como depresiones y demencias, además de interferir en los vínculos con los pares y con el grupo familiar.
La terapia beneficia al paciente de esta edad al brindarle la oportunidad de elaborar los duelos, reconfigurarse como sujeto y reacomodarse a los roles que la sociedad le ofrece en esta etapa de la vida. Esto brinda una mejora en la calidad de vida, no solo del adulto mayor sino del grupo familiar que lo acompaña.
El envejecimiento y la identidad
El proceso de envejecimiento conlleva una serie de crisis vitales como la viudez, la jubilación, los cambios en las capacidades físicas y cognitivas, en la posición en el sistema familiar y en el lugar en la sociedad.
Todos los cambios a los que se ve enfrentado el sujeto envejeciente implican una amenaza a la identidad, ya que se conmueve todo el universo simbólico. Es decir, se ve obligado a reconfigurar un nuevo rol que lleva a una transformación de la relación del sujeto con todo lo perdido. Esto implica un nuevo posicionamiento en su modo de estar en el mundo.El desafío en los espacios analíticos tiene que ver con la construcción del nuevo rol, para evitar la desintegración subjetiva, que se da en las personas que han configurado su identidad en base a la función que ahora han perdido.
Beneficios del psicoanálisis en esta edad
La modalidad de relación que configuramos con los otros da coherencia y continuidad a la propia configuración subjetiva. Cuando los otros se retiran o desaparecen, la figuración del sí mismo se pone a prueba y se puede producir una ruptura biográfica. Los sujetos envejecientes, en esta etapa, suelen erróneamente experimentar sentimientos de inutilidad, desesperanza e inadecuación. Es por ello que una terapia psicoanalítica les ofrecerá la posibilidad de volver a narrar su historia a través de la construcción de nuevos significados y de la re configuración del sí mismo.
El psicoanálisis en la tercera edad ofrece al sujeto la posibilidad de organizar y dar mayor coherencia al conjunto de la vida, que, de otro modo, se presentaría fragmentada y sin sentido. Los procesos reflexivos que abundan en esta etapa conmueven al sujeto, interpelado por el nuevo contexto que le exige ahora una re-configuración subjetiva.
Autora: Vanesa Paola Salerno
Lic. en Psicología, egresada de la UBA. Posgrado en Psicoanálisis de Adultos en la Institución Fernando Ulloa donde brinda asistencia psicológica. Actualmente se desempeña en la Coordinación Institucional de Residencia Juncal. Ofrece asistencia psicológica en consultorio privado en zona de Barrio Norte. Contacto: vanesalern@hotmail.com