En los últimos años, hay una sensación que no alcanzan las 24 horas del día para poder completar todas las actividades. Podemos pensar que estamos viviendo en una cultura de lo inmediato, muy relacionada con el concepto del tiempo.
El “todo Ya”, “no tengo tiempo para ir a verte”, “no me alcanza el tiempo para nada” son algunas de las expresiones que se escuchan a diario. También la intrusión de las nuevas tecnologías acrecienta dicha percepción.
Este afán por no perder ni un minuto lleva inexorablemente a tener en cuenta otros términos ligados a esta problemática como la prisa y la impaciencia. Desde el momento que decidimos establecer esta dinámica, todo deberá hacerse con prontitud y sin pausa, sin espera, teniendo como resultado una impaciencia que resultará toxica para nuestras vidas.
Vivir buscando resultados inmediatos lleva a perder el interés para conseguir metas a largo plazo. También genera frustraciones cuando aquello que queremos no se obtiene cuando lo deseamos. El sujeto en estas circunstancias sufre mucha angustia, estrés y ansiedad.
Los problemas de la inmediatez
Es preciso tener en cuenta, cuando hablamos de psicoanálisis, la noción de trabajo psíquico, planteada por el padre de esta disciplina, Sigmund Freud. Él nos explica que muchos procesos psíquicos, como el entendimiento de lo que el sujeto realmente desea, la elaboración de duelos o de traumas, entre otros, requieren trabajar sin tiempos establecidos, hasta que el paciente logre salir de ese pesar que lo atormenta. La inmediatez, que los nuevos tiempos nos imponen, atenta a los preceptos básicos de dicha teoría. A la vez, es contraproducente a la correcta cura de las distintas problemáticas que se manifiesten.
El poder de la clínica
Desde la clínica, el psicoanálisis tratará de introducir la dimensión del tiempo y la espera, para así poder elaborar las problemáticas traídas por los pacientes.
Por ejemplo, con niños, este trabajo se puede centrar en que los juegos desplegados en la sesión tengan comienzo y final. Es recurrente que establezcan relación con varios juegos al mismo tiempo, comenzando y pasando a otros, sin haber finalizado los juegos anteriormente abordados. Lo importante como analistas es poner un tope o límite entre juego y juego, estableciendo el comienzo y el cierre, para después poder pasar al siguiente.
Con adultos y adolescentes, el respeto por el encuadre que propone el psicoanálisis, es el punto de partida para poder poner un límite a esa necesidad de lo inmediato. La problemática se puede evidenciar en el relato de los deseos de llegar a logros económicos o terminar una carrera, sin poder entender que para lograrlo deberán realizar un camino o proceso de trabajo que no es inmediato.
El trabajo en sesión y el poder poner en palabra aquello que nos impulsa al “todo ya” (sin valorar el proceso necesario para llegar a un fin satisfactorio) son elementos para frenar la inmediatez e introducir la espera. La cura necesitará un tiempo que varía según el caso, no es algo que pueda conseguirse con la velocidad que propone la cultura actual de lo inmediato.
Autor: Eduardo Castello
Psicólogo y Comunicador Social. Cursó el Posgrado en Adultos Mayores “Abordaje del Adulto Mayor Vulnerable” (Instituto Universitario del Hospital Italiano), el Posgrado en Psicoanálisis con Práctica Clínica en las especificidades de Adultos y Niños y Adolescentes (Institución Fernando Ulloa). Coordinador de: Taller Teórico-Clínico: “El amor en Tiempos de Inmediatez” y Grupo Terapéutico de Adultos Mayores: “Palabras Mayores. El Arte de Envejecer” (Centro Medico del Oeste). Docente de Pasantías Clínicas en Adultos, Niños y Adolescentes (Institución Fernando Ulloa). También se desempeña en la clínica privada, atendiendo niños, adolescentes y adultos. Contacto: eduardo_castello64@hotmail.com