La violencia de género puede entenderse como todo tipo de violencia basada en relaciones asimétricas entre hombres y mujeres. Se ejerce principalmente sobre las mujeres (tomadas como inferiores), por el solo hecho de ser mujer. Hay varios tipos de violencia de género como la sexual, psicológica, física y simbólica; y pueden presentarse en múltiples modalidades (domestica, laboral, reproductiva).
Influencias sociales en la violencia de género
En el imaginario social muchas veces se escuchan frases como “los hombres no lloran” o “no deben expresar sus sentimientos”, “que no se deje dominar por una mujer”. Estos estereotipos plantean que el hombre debe ser activo, autónomo, fuerte, racional, emocionalmente controlado, heterosexual, proveedor. Cuando no cumple alguna de estas características, el hombre se encuentra en falta, es “menos hombre” que el resto.
Por el lado de la mujer, los estereotipos de género la muestran cómo alguien que necesita protección, que no puede cuidarse o decidir por sí sola. Tiene que encontrar a su “príncipe azul”, su “media naranja”.
También hay que tener en cuenta los mitos e ideales del amor perfecto y romántico. Se idealiza el “amor” en la mujer, se les dice que no debe haber conflictos o peleas de ningún tipo. El amor lo puede todo y por el amor se debe soportar todo. Si surge algún problema en la pareja, se pone a la mujer como la principal responsable, el problema está en ella, que “no sabe cómo funciona una pareja”. Se toleran situaciones de violencia, con la creencia de que con el amor van a cambiar.
De esta manera, la naturalización de estereotipos de género y mandatos culturales, que inciden de manera muy negativa en la subjetividad de la mujer y del hombre, son elementos muy influyentes en la violencia de género.
Celos y violencia
En estas parejas las primeras manifestaciones de violencia aparecen “disfrazadas”, con comentarios que parecen expresar cuidado, cariño, pero en realidad lo que se busca es controlar a la mujer. En la mayoría de los casos, las mujeres confunden la posesividad y celos con expresiones de amor.
Revisar el celular, Facebook, chat o controlar la forma de vestir, las salidas con amigas. Decirle que “quiere compartir todo el tiempo con ella”, “que las amigas son unas putas”, que “él la cela porque la quiere”. Igualar celos a querer es algo instaurado en el imaginario social.
Una de las características más resaltantes de la violencia de género es el poder psicológico ejercido por el varón. Éste se encarga de disminuir la autoestima de la mujer, haciéndola sentir vulnerable. Así, se comienza a generar un cambio en su estado de ánimo. Se siente triste, nerviosa y acepta como cierto todo lo que su pareja le dice.
Piensan que en el amor hay que dar todo por el otro, olvidarse del mundo; que implica entrega total. Este “modelo de amor romántico” que se propone a las mujeres a lo largo del proceso de socialización implica una renuncia personal, lo que potencia comportamientos de dependencia y sumisión al varón.
En los varones, una vez que ya está instaurado el tema de la posesión, muy difícilmente podrá soportar que la mujer salga del ciclo violento, haga elecciones libres y tenga otros intereses, amistades y amores fuera de él.
¿Cómo tratar la violencia de género?
Es importantísimo poder visualizar a esta violencia desde un comienzo, porque si no se detecta, continuará creciendo en la pareja y será cada vez más difícil salir.
En la violencia de género, el golpe es la culminación de un ciclo de violencia, y si el hombre llega a pedir perdón, este nunca es sincero. El que golpea una vez, muy probablemente volverá a hacerlo. Anteriormente, hubo una fuerte desvalorización de la mujer, aislamiento de sus seres queridos y una gran manipulación que la lleva a tener mucho sentimiento de culpa.
Por eso, debe tomarse como esencial la educación sexual y proyectos de concientización de la problemática, como las marchas realizadas por “Ni una menos”, programas en escuelas secundarias para la prevención, expresiones artísticas, entre otros.
El psicoanálisis propone hacer un trabajo terapéutico con las mujeres que tienen o tuvieron una relación problemática y, en tantos casos, enfermiza. A través de la palabra y el acompañamiento del profesional, intentaremos descoagular el “pacto” sometedor-sometida, y lograr que la mujer pueda trabajar y elaborar sus propios vínculos tempranos con la familia, las identificaciones que de estos le quedaron, y ayudarla para que pueda revertir la influencia negativa que tienen en su subjetividad los mitos e idealizaciones sociales de los “roles” masculinos y femeninos.
Lleva un largo proceso para las mujeres aprender a quererse y valorarse de nuevo, y comprender que el amor no es como el que vivió. Que no debe tolerar ese tipo de cosas, que hay relaciones diferentes, que no atentan contra ella misma.
Autora: Nadia Campilongo
Lic. En Psicología (UBA). Realizó prácticas en el Tribunal de Familia N°1 de San Martín y en Centro Dos. Está cursando el 2° año del Posgrado con Práctica Clínica en Niños y Adolescentes (Institución Fernando Ulloa), donde también brinda atención clínica. Se desempeña en el ámbito de la educación especial y ofrece asistencia psicológica a niños, adolescentes y adultos en consultorio privado en la zona de Caballito. Contacto: lic.ncampilongo@hotmail.com