Escrito por Miriam Mazover
El día martes 18 de abril tuvo lugar la Conferencia titulada “Angustia y ataque de pánico: articulaciones y diferencias” a cargo del prestigioso psicoanalista Benjamin Domb.
Con elocuencia teórica y destacable claridad expositiva el disertante recorrió la temática propuesta.
Desde el comienzo situó el concepto de angustia otorgándole un estatuto: la angustia, sostiene Domb, obedece a una determinada posición subjetiva.
“Hay personas que en su vida se ubican frente al otro (pareja, amigo, jefe) en posición de objeto, otorgándole en la mayoría de los casos un poder omnímodo, razón por la cual el sujeto crea con ese otro una dependencia extrema que le causa un sentimiento de continua incertidumbre. La posición de objeto, que tanto difiere de la posición de un sujeto deseante, es principalmente pasiva”, afirma Domb.
El expositor realizó un recorrido por los tiempos primeros y primarios de la estructuración subjetiva en donde claramente y a causa de la indefensión absoluta del cachorro humano esta posición de objeto ofrecida al deseo de la madre, no sólo es necesaria sino resulta imprescindible para tener existencia y constituir la estructura psíquica.
En la neurosis también tuvo lugar otro tiempo en donde el padre, en ejercicio de su función, lo corre al niño de este lugar de objeto para la madre. Si esta operación puede ser eficaz, es a condición de que el padre del niño la tome como mujer, no sólo como madre; al tiempo que ella debería soportar sostener el enigma de su femineidad.
Los sujetos neuróticos adultos suelen volver a recrear en la vida corriente la posición de objeto que tapona la falta del otro, esta posición causa angustia. Con respecto al ataque de pánico, Domb hizo referencia a que se trata de otra cuestión, que no alude a una posición subjetiva frente a la vida ni a los otros.
“El sujeto que sufre el ataque de pánico se enfrenta durante ese episodio con un real: la muerte. Tiene la vivencia de ese real. Tiene la convicción, acompañada por múltiples síntomas de su cuerpo, de que se va a morir en ese preciso instante” afirma Domb.
El sujeto se enfrenta en el ataque de pánico, al real de la muerte, es decir, a aquello que no se haya en la órbita de la función paterna, de lo simbólico y de lo inconsciente. Por este motivo, sobreviene el terror ante la vivencia de que allí hay un punto de inexistencia, en el cual no existe la protección.
La posición del analista será siempre, frente a un sujeto angustiado o sufriendo un ataque de pánico, invitarlo a hablar. El psicoanalista escuchará sin emitir juicio de valores, en tanto no es un semejante.