El día de… Padre, madre, abuelos, del niño, el de tu cumpleaños, y tantos otros…
¿Por qué es necesario que al Padre se festeje, se conmemore un día en especial, si Padre se es todos los días?
¿Es la cultura que lo impone? O ¿Es el capitalismo que inventa un día comercial dónde las personas quedan reducidas, obligadas a consumir y a festejar?
Los seres humanos somos seres parlantes, es decir, que el lenguaje y la palabra nos diferencia esencialmente del reino animal, la evolución del hombre ha transcurrido en millones de años con un comienzo que inició la diferencia con otras especies cuando el homo-sapiens logra conmemorar al semejante fallecido rindiéndole alguna celebración ritual superadora del hecho real de la muerte y desaparición de un humano para pasar a realizar del mismo un acto imaginario y simbólico. Acto inaugural de la representación de un acontecimiento que más allá de su desaparición, es decir, podía continuar a través de su representación su existencia. Así comienza las primeras escrituras y representaciones del hombre, de lo que caza, come, lucha y las mismas le sirven para organizarse, contar en serie, dividirse y agruparse en clanes, comunicarse y transmitir sentidos.
Por tanto podemos decir que el hombre es sustancialmente un ser que habla, y como tal los actos de representar, significar, conmemorar y festejar un día es inherente a nuestra estructura más allá de los momentos culturales o ideológicos que imperen en un eje temporal.
Por ejemplo el tiempo transcurre de manera real más allá de nuestra capacidad de significarlo, pero el hombre necesitó hacer un corte simbólico e imaginario en una fecha determinada, dando fin y comienzo a un año nuevo. Esto le permitió organizarlo, dar sentidos y posicionándose frente a eso que transcurre de diferentes maneras.
Con tal sentido creo que el corte sincrónico de elegir un día para conmemorar el día del Padre puede orientarse en dicha dirección. Nos preguntamos entonces ¿Qué es un Padre? ¿Cambia su significación en el paso del tiempo y de la cultura?
Una paciente niña afirmó preguntándome: Javier ¿ya no hace falta un Papá, mi compañera tiene dos mamás?
Es cierto que la ciencia en el siglo XXI, como dice Lacan, va a intervenir cada vez más en los cambios culturales haciendo que tanto el derecho como las ciencias humanas deban responder desde sus marcos teóricos adaptando los mismos sin perder al sujeto en dichas variantes.
Para el psicoanálisis el Padre está como eje principal en la estructura del sujeto. Pensemos que ya desde la teoría de Freud: Edipo, Moíses y el monoteísmo, la religión del padre, complejo de castración; y tanto más desde Lacan: Metáfora Paterna, el nombre del Padre, Padre nombrante, los nombres del padre, ir más allá del Padre en un análisis con la condición de haberse servido de él, manifiestan la importancia y valor invariante del significante Padre en la estructura del parletre.
El psicoanálisis muestra algo de suma importancia para entender mejor el lugar del Padre en el ser humano, mostrando el valor del Padre como operador de una Función Fundante, será su significante quien podrá hacer que el nuevo descendiente logré su inserción en el baño del lenguaje. Es función simbólica, más allá de quien la porte y la transmita. Inicialmente será la madre quien a partir de su posición deseante manifieste la fuerza del nombre del padre que en ella misma habita. Será el mismo significante quien también luego permita la función de corte asegurando que el niño no quede apresado en el lugar de objeto de su progenitora, situación que limita, ordena y permite la falta deseante en el infans, es decir, gracias a la función del Padre quien donará La falta tan constitutiva para el sano crecimiento del niño.
Sabemos los analistas lo importante del descubrimiento freudiano y lacaniano sobre la importancia de las pere-versiones (versiones del Padre) en su vertiente Real, Simbólica e Imaginaria en la mentalidad humana.
En la actualidad por el progreso de la ciencia, cambios de los cuadros parentales, sobrestimación de los grados de igualdad, devaluación de la autoridad, ley y el deseo por la libertad de la promesa de un goce completo, necesitamos remarcar, en éste Día del Padre, conmemorar, significar, revalorizar y festejar el verdadero valor del mismo.
Un Padre no debe quedar reducido a su función biológica de ser un espermatozoide, ni la función moral, ni a su genitalidad, debemos la importancia del Nombre–del-Padre como función estructurante, Nombrado y nombrante que puede ser portavoz y transmitido por cualquier Otro que aloje al niño en dicha función necesario para su crecimiento y su inserción en el lazo.
Padre Nuestro, Padre de la iglesia, Padre de la Patria, Padre del Psicoanálisis, más allá del padre real, contingente que nos haya tocado, debemos saber que habita en nosotros como Origen, cómo principio, como célula, cómo parte en nuestro ser hablante y que posee consecuencias no sólo en lo que decimos ser en nuestra existencia, sino también en aquello que podemos alcanzar a escribir más allá del padre, es decir, habiéndonos servido de él poder nombrarnos cómo tales.
Recordemos, conmemoremos y festejemos a quien portó en nuestras vidas ese lugar de privilegio y llamémoslo Padre.