Publicado en: La Nación – Opinión de: Stella Maris Rivadero
No son pocos los que aseguran que en esa primera cita o encuentro se dieron cuenta de que estaban frente al amor de su vida. Se trata de historias, todas, que se construyen con la mirada puesta hacia atrás, después de años o décadas de vivencias y proyectos compartidos. En otras palabras, con el diario del día -o, mejor dicho, del año o la década- siguiente es fácil confirmar si esa primera impresión de haber encontrado compañera/o de ruta era certera. Pero ¿existen elementos presentes en el momento del enamoramiento que permitan discernir si se tratará de una relación de largo o de corto aliento? No, de ningún modo, afirma un reciente estudio de psicólogos norteamericanos.
«No hay evidencias de que las personas puedan distinguir al comienzo de una relación si esta será de largo plazo y seria o de corto plazo y casual», aseguró Paul Eastwick, profesor de psicología de la Universidad de California en Davis, Estados Unidos, que acaba de publicar un estudio sobre el tema en la revista especializada Journal of Experimental Psychology: General. «Las trayectorias de las relaciones de corto y de largo plazo típicamente se apartan a las semanas o meses de que uno conoce a una persona», agrega el especialista, cuyo estudio sostiene que hasta que ello ocurre no hay indicios del futuro (o no) de una relación.
Eastwick y sus colegas basaron sus conclusiones en encuestas realizadas a más de 800 personas de diferentes edades, en las que se empleó una metodología llamada «reconstrucción de relaciones». A los voluntarios se les pidió que relataran los eventos y las experiencias que habían tenido desde los momentos previos al inicio de sus relaciones (tanto de corto como de largo plazo). El análisis de los distintos relatos mostró que el interés romántico surge en igual medida en ambos tipos de relaciones, sin aportar dato que permita discernir cuál será el futuro.
«Coincido con la conclusión del estudio: las relaciones a corto y largo plazo son indistinguibles al comienzo. No puede calcularse de antemano», comentó Stella Maris Rivadero, psicoanalista especialista en pareja de la Institución Dr. Fernando Ulloa, que agregó: «Pasado el tiempo del enamoramiento, que es el tiempo donde las diferencias no se ven, se suscitan crisis o desencuentros, producto de la diferencias individuales y de la singularidad de cada quien. Estas diferencias sino no son toleradas pueden ocasionar una variedad de conflictos que, a su vez, pueden dar lugar a una distancia con el partenaire, a veces insuperable».
Sin embargo, el estudio aporta un dato interesante en relación a cuándo comienzan a separarse los caminos que conducen a una relación casual de una de largo aliento. En general, sostiene el estudio, en el momento en que la relación incorpora al componente sexual.
Sexo y después
«Algunos de los momentos más interesantes de estas relaciones se producen después de que uno conoce a la persona cara a cara, pero antes de que algo sexual ocurra», comentó Eastwick, y agregó: «Uno se pregunta «¿esto irá a alguna parte?» o «¿qué tanto me interesa esta persona?». Generalmente es en este punto en el que las relaciones de corto y de largo plazo comienza a divergir, e, históricamente, contamos con muy poca información acerca de este particular período de tiempo».
Según Eastwick, «las personas tienen sexo con algunas parejas por primera vez y piensan «wow, esto está muy bien». Entonces, tratan de convertir esas experiencias en relaciones de largo plazo. En otros casos, la reacción es «mmmm», lo que da lugar a relaciones de corto plazo». En otras palabras, las conclusiones del estudio sostienen que es tras el encuentro sexual que comienza a evaluarse si existe una real atracción que amerite pensar en algo más que en volver a tener sexo. Para Eastwick, las relaciones duraderas son aquellas que comienzan especialmente «excitantes» y «sexis», y que luego evolucionan hacia un vínculo estable y duradero.
«Si bien el encuentro sexual es muy importante, alguna veces puede determinar el corto plazo si la relación es muy insatisfactoria o provoca aversión o rechazo el cuerpo del otro. Pero no siempre garantiza el corto o largo plazo -opinó por su parte Rivadero-. Es un elemento muy importante, pero se juegan otras variables, que tienen que ver con la historia particular de cada uno y cómo es vivida la sexualidad. En ella pueden aparecer síntomas e inhibiciones, y es necesario que más allá del deseo sexual emerja el amor que permita que las diferencias mencionadas anteriormente no hagan obstáculo a la consolidación de una pareja a largo plazo».
Momentos bisagra
La psicoanalista agregó que, más allá del momento en que comienzan las relaciones sexuales, existen otros sucesos en la vida de la pareja que son determinantes para su continuidad, momentos que en algunos casos pueden estar separados años -incluso a veces muchos- del inicio de la misma.
«Hay momentos bisagra en la historia de una pareja donde es proclive la aparición de conflictos o divergencias: la maternidad y la paternidad donde aparecen la culpa, la demanda de una de las partes, la no solidaridad y el tiempo que se les dedica a los hijos, o un cambio de trabajo o la diferencia de ingresos, o el crecimiento de uno de los miembros de la pareja y el estancamiento del otro en cualquier plano», enumeró Rivadero.