El duelo hace referencia a un estado afectivo en donde predomina el dolor que experimenta un sujeto, a causa de una pérdida importante y representativa en su vida.
Puede referirse a la pérdida de un ser querido, de una relación de pareja, de un empleo, de un lugar de residencia.
Lo primero, en general nos ocurre frente a una pérdida, es intentar negarla, no queremos creer que haya sucedido.
El aparato psíquico comienza con esta negativa un proceso que se extiende en el tiempo y que trae aparejado varios estados de ánimo, entre los cuales, podemos nombrar: el enojo, la tristeza, la culpa por pensar lo que se cree, se podría haber hecho y no se hizo, hasta que finalmente el principio de realidad termina imponiéndose, y con él, la aceptación de la pérdida.
A este proceso, que como decíamos lleva tiempo, se lo conoce como “trabajo de elaboración del duelo”.
El psiquismo, cuando se produce una pérdida, tiene una difícil labor, porque el sujeto se repliega, retrocede sobre sí mismo y no tiene energía (libido) para cargar, enlazar y, menos que menos, ocuparse del mundo exterior.
El aparato psíquico, decíamos, tiene que realizar un enorme trabajo: desarmar, pieza por pieza, los lazos que unen al sujeto con aquello que ha perdido. Desarmar en el sentido simbólico del término. Lo hace con dolor y con esfuerzo.
Sólo al final del proceso de duelo, que se conoce, decíamos, como la elaboración del duelo, el sujeto puede nuevamente otorgar y poner su fuerza, su ánimo, sobre las cosas del mundo que lo rodea y sobre sus relaciones personales.
Sin embargo, puede ocurrir que la persona no pueda llegar a elaborar el duelo y quede detenida en alguna de las etapas mencionadas.
Si eso es lo que ocurre, nos encontramos frente a otro tipo de duelo llamado “duelo patológico”.
El duelo patológico si se instala, es muy peligroso, porque puede llevar al sujeto a un estado depresivo.
Dicho estado depresivo nos muestra que el duelo no pudo elaborarse, y que por éste motivo, el sujeto sigue apartado de su realidad.
Habita el mundo de forma pasiva, porque sigue ensimismado sobre sí y sobre lo que perdió.
Si este es el estado de situación, resulta muy importante que se realice una consulta con un psicoterapeuta, a diferencia del duelo normal.
El clínico acompañará al sujeto y le brindará un espacio terapéutico en donde se tendrá oportunidad, a través de la palabra, de detectar, leer, las motivaciones por las cuales el sujeto no puede desprenderse de lo perdido, para volver a relanzar su deseo/s.
La técnica analítica resulta muy eficaz para ayudar a acompañar procesos de duelo, o destrabar un proceso de duelo patológico, que no es otra cosa que el duelo empantanado.
El sujeto se volverá a armar psíquicamente, recobrando su ánimo, su fuerza y el sentido que le da a su vida.