La Fobia: Mucho más allá de un miedo
El miedo es una emoción intensa y primaria, una reacción defensiva ante un peligro real y concreto. Se sitúa en el plano de la realidad material.
En cambio, la Fobia refiere a un mecanismo psíquico implementado por el Yo -en su vertiente inconsciente– que define al sujeto de un montante pulsional incestuoso. Dicha fantasía endogámica es condenada por la consciencia, haciéndose irreconciliable con el Yo que, por este motivo, genera la señal de angustia.
La investigación psicoanalítica, de la mano de S. Freud, descubre que aquello que está como telón de fondo de la fobia, es una intensa angustia -automática, desmesurada- ocasionada por una fantasía (inconsciente) de encierro edípico. El sujeto elabora -de forma limitada y precaria- la enorme angustia que le provoca la fantasmática incestuosa, desplazando hacia un objeto o situación que deberá, a partir de este momento, ser evitada. De esta manera se construye el síntoma fóbico.
Ejemplos: zoofobias, fobia social, situaciones y/o procedimientos médicos, claustrofobia, agorafobia, fobia a aviones, fobia a determinados alimentos.
¿Por qué decimos que el síntoma fóbico -cuando se construye- “elabora” la angustia de manera escasa?
Porque, si bien la angustia -al localizarse en un objeto o situación- ya no será masiva, lo coloca al sujeto, sin embargo muy cerca del malestar angustioso. Este hecho lo limita, lo inhibe, lo aísla en su vivir cotidiano y, además, lo hace propenso a adquirir nuevas fobias asociadas a la original.
¡¡Importante!!
Si bien la Fobia construye síntomas muy precarios e inestables -comparado con la Neurosis Histérica u Obsesiva-, por la fragilidad subjetiva que provoca tener a la angustia tan cerca y al acecho, es un recurso psíquico importante a destacar del sujeto, que favorece una separación del Otro incestuoso.
Como tal, es muy valioso y explica por qué no debemos incentivar al sujeto a que se aproxime al objeto o situación fóbica que su aparato psíquico pudo producir sino, por el contrario, intentar como analistas -en el tiempo presente- una función separadora, hasta que se pueda hacer con él algo menos sufriente para el sujeto.
¿Qué nos enseña J. Lacan acerca del síntoma y su relación con lo que dio en llamar “Nombre del Padre”?
El Nombre del Padre es un significante que presenta dos caras:
- Por un lado, en tanto esté anotado dentro de la estructura psíquica (Neurosis), inscribe la legalidad. O, lo que es lo mismo decir, posibilita el reconocimiento subjetivo y objetivo de lo prohibido y lo permitido. Nos orienta, así en la construcción del mundo.
- La otra cara del Nombre del Padre es su inevitable falla -en mayor o menor medida- en la enunciación de la Ley.
El síntoma tiene como función reemplazar el Nombre del Padre y es un representante de las dos caras de la función paterna:
- Por un lado, fija la prohibición del inscesto. Motivo por el cual merece el debido respeto y la abstinencia de lo que Freud denominará el “Furor Curandis”.
- Por otro lado, deja al sujeto detenido en su deseo, por lo que debe ser tramitado a través de una psicoterapia.
¡¡Clave clínica en la Fobia!!
El trabajo del analista en la Fobia
El analista alojará al sujeto, su padecimiento, y al objeto o situación fóbica. Escuchará con atención psicoanalítica las produccioones fantasmáticas de los pacientes (en general, abundan en la fobia), pedirá asociaciones.
Irá tejiendo la transferencia en su vertiente amorosa, la cual implica la suposición, por parte del paciente, de un saber, (sujeto Supuesto Saber). La instalación -en transferencia- del analista como sujeto Supuesto Saber, lo ubicará simbólicamente en la función del Nombre del Padre.
El analista, ubicado simbólicamente como legalidad, como terceridad -aquellas caras de la función paterna que se encuentran inestables en la fobia- se convierte en un reaseguro, para el sujeto fóbico, de separación del objeto incestuoso. Esto posibilita, en principio, disminuir la angustia del sujeto a quedar atrapado en el Deseo del Otro, lo que traerá aparejado una enorme consecuencia, que será propiciatoria para su vida: descubrir y transitar el propio deseo, que se hallaba -hasta aquí- prevenido y evitado.
Para reflexionar con detenimiento
Concluimos con una cita de la prestigiosa psicoanalista Élida Fernández, que ilumina lo que está cifrado como escrito en la Fobia, desde el momento mismo de la estructuración subjetiva:
“Es necesario que el Nombre del Padre venga a suplir el Deseo de la Madre, marcando para este deseo otro objeto que el propio niño. Así el Nombre del Padre inscribe el significante de la falta en el niño y lo desata de ese lugar donde sólo el Deseo Materno le daría un significado, para lanzarlo a la metonimia deseante”.